viernes, 5 de enero de 2007

Los errores del proceso para el fin de la violencia

Me gustaría escribir de otros asuntos y otros aconteceres, pero me veo impulsado a volver y opinar sobre el proceso que el Presidente del Gobierno abrió para la terminación de la violencia etarra. Y lo hago desde una actitud de apoyo y de solidaridad con el Presidente y su Gobierno. Este Presidente tiene el deber moral y político de contribuir al final de la violencia etarra en España pues a él le corresponde, como máximo dirigente del Estado, velar y poner los medios necesarios para asegurar la vida y los bienes de todos los ciudadanos. Y lo ha hecho como lo hicieron los anteriores Presidentes de la España democrática. Más aún, soy partidario de que el Gobierno tendrá que interntarlo de nuevo, seguramente con otros interlocutores, en otras circunstancias y con otras condiciones. Será por ahí por donde el Presidente hable en su próxima comparecencia en el Congreso de los Diputados anunciada para el próximo día nueve de enero.

Desde estas premisas ¿cuáles han sido para mí algunos de los errores o desaciertos que se han cometido no sólo por parte del Gobierno sino también por parte de otros agentes sociales?

Siempre tuve la convicción de que el Gobierno, tanto cuando el Presidente manifestó públicamente que iba a responder al "alto el fuego permanente" declarado por ETA iniciando las conversaciones como cuando manifestaba su voluntad de mantener esas conversaciones, a pesar de la dura oposición del PP y de los sectores sociales y mediáticos más críticos, tenía una información más precisa de la situación de ETA. Me parecía deducir de sus manifestaciones que tenía "infiltrada" la organización, sus dirigentes, sus comandos, sus medios, sus movimientos, sus posibles disidencias. Parece que no era así. El atentado cogió de improviso al Gobierno. Al Gobierno le ha faltado información más precisa como reconoce hoy el Secretario de Organización del PSOE en sus declaraciones a El País. Información no sólo del atentado, sino también de la situación de la banda y sus facciones, de sus capacidades y de sus debates. Ni este ni otro Gobierno podrán iniciar contactos sin haber disponer previamente de una "toma de temperatura" más concreta.

Otro error o desacierto ha sido que el llamado "proceso" ha estado casi "transmitido en directo". Los agentes del proceso: el Gobienro y la oposición, todos los partidos políticos, ETA y sus satélites, las víctimas (la AVT y su Presidente...), la jerarquía católica ... han estado en los medios de comunicación, en las tertulias, en los comentarios, en los debates, .... Ha faltado discreción y moderación. El Gobierno ha caído en la trampa que le ha tendido el PP y sus "portavoces mediáticos" tolerando y contribuyendo a que el asunto fuera cada día y a todos el centro de la opinión pública. Toda negociación del tipo que sea ha de estar rodeada de la mayor discreción posible para que los negociadores puedan sentirse libres en la gestión de la misma.

Porque el Gobierno no tenía cada día "novedades" que comunicar y porque tenía que responder a las "insidias políticas" del PP y de la AVT, se ha visto a la defensiva, entre la espada y la pared. La ha faltado aguante e iniciativas.

Desde otro punto de vista, al haber "permitido" que ese "proceso" ocupara el centro de la opinión pública, han sido marginadas otras políticas desarrolladas por el Gobierno y que la oposición, principalmente el PP, no quiere que sean conocidas: política económica y de empleo, ley de dependencia, ley de igualdad, ....

Los dirigentes de HB no pueden ser interlocutores distintos de los dirigentes de ETA para tratar asuntos distintos de los que se puedan tratar con los dirigentes de la banda. Los Otegui y compañía han demostrado, por una parte, que no tienen autonomía e independencia de los pistoleros para tratar y negociar asuntos y que, por otra parte, han sido ninguneados por los pistoleros no siendo informados de los atentados. La única diferencia entre unos y otros está en que unos han delinquido (pistoleros de ETA) y los otros todavía no han sido condenados por "actos terroristas" (dirigentes de HB). Si éstos quieren participar, tener parte en hipotéticas futuras conversaciones, han de demostrar fehacientemente su independencia de los pistoleros.



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