Tantos ríos de tinta han corrido sobre este asunto que es muy difícil aportar algo nuevo, máxime cuando los partidos ya han llegado a un acuerdo para encontrar y acordar una nueva mayoría parlamentaria de la que emane el nuevo Gobierno de la Generalitat de Catalunya.
Es oportuno, no obstante, recordar en primer lugar que las elecciones en España son elecciones parlamentarias, para elegir representantes al correspondiente Parlamento y sean los representantes elegidos los que conformen la mayoría que elija y apoye al nuevo Gobierno. Puesto que ningún partido político ni coalición consiguió en las urnas la mayoría suficiente para por sí solo conformar y apoyar el gobierno, se ha tenido que recurrir como en muchas otras ocasiones a los pactos entre distintos grupos parlamentarios. Y de las posibles coaliciones, para mí es la menos mala porque ha sido la más posible. No era posible la coalición CiU con ERC, pues hubiera significado la desaparción de ésta, ni era posible la coalición CiU más el PSC porque hubiera sido un engaño garrafal para los electores.
Los resultados de estas elecciones pone una vez más los defectos del sistema electoral español: la falta de proporcionalidad del sistema y la falta de control de los elegidos por los electores. Nos referiremos a este asunto en otra ocasión trayendo las propuestas que acabo de leer en un estudio encargado por la Fundación Alternativas.
Y añado un asunto más a tener en cuenta: es preciso llegar a considerar como computables los votos en blanco. Quien vota en blanco se posiciona de forma clara, consciente y responsable, en el proceso electoral de una manera muy distinta al "elector abstencionista".
En conclusión, para mi los resultados de las elecciones catalanas pone de manifiesto una vez más la urgente necesidad de que sea revisado el sistema electoral español para renovar la democracia española.
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