viernes, 10 de noviembre de 2006

Ciudadanos de Andalucía

Por algún sitio he leído que los "Ciutadans de Catalunya" estaban estudiando la posibilidad de implantarse en Andalucía y, por su puesto, presentarse a las elecciones. Me acuerdo del artículo de Antonio Rivera, profesor universitario y parlamentario vasco por el PSE, publicado en El Correo y reproducido en el Blog de Eduardo Madina http://molinospapel.blogspot.com/. Puesto que Eduardo dice que es interesantísimo y también a mí me lo parece, pues lo transcribo para aquellos que con él se topasen en esta bitácora


'Ciutadans de Euskal Herria', o así.

"Decía, escribía, hace unos días Imanol Zubero sobre Cataluña y afirmaba la modernidad de esa sociedad. Más del 40% de sus ciudadanos se había abstenido en las últimas elecciones autonómicas. Imanol sostenía que esos abstencionistas eran conscientes de que la ley y la acción de su gobierno, de cualquier gobierno, no llega a lo profundo y fundamental de sus vidas: a sus relaciones sociales, sus amores, su sexualidad, su trabajo, su derechos sociales A cambio, no lo decía, la nuestra sería aún una sociedad arcaica, comprometida aparentemente con la política por lo que todos advertimos que significa el que se imponga un proyecto absoluto, el que sea. En Euskadi se vota con fruición, pero se vota no 'a favor de' sino 'en contra de', en evitación de que gane el contrario que, de verdad, me va a complicar lo más íntimo de mi vida. Es la diferencia entre una sociedad crispada y tensa, y otra no deseable, pero al menos soportable y vivible.Una parte de los ciudadanos catalanes que no tienen por obsesivamente nacional a su sociedad se han manifestado a favor de una candidatura sorpresiva. Yo me alegro mucho. Se llama Ciutadans-Partit de la Ciudadania, y la encabezan por detrás importantes intelectuales. Su fundamento es un antinacionalismo ciudadano, republicano, de izquierdas, frente a un discurso hegemónico y negador, el catalanismo. Nosotros los vascos, que durante toda nuestra historia no hemos tenido un vasquismo donde caernos muertos, un vasquismo como punto intermedio de nacionalistas y no nacionalistas, como espacio incómodo de diferentes y contradictorios sentidos nacionalitarios, pensábamos, digo, que eso del vasquismo es algo que nos falta y que nos habría arreglado la vida. Algunos catalanes, los de Ciutadans, piensan que todo lo contrario: que el discurso hegemónico que ha supuesto el catalanismo ha obviado y reducido a la nada las diferencias de otro sesgo, sociales y de clase, culturales, y que, al contrario, ha establecido un predominio sobre una base nacionalista, sostenida como llave de entrada incluso por quienes políticamente ni lo son, ni la necesitan.Ciutadans ha triunfado y ha sacado tres diputados y noventa mil votos, y con ello se ha extendido la especie de que va a llegar la ola hasta aquí, hasta la mismísima Euskal Herria. Y yo digo que no, que no hay condiciones. Aunque Cataluña pareció por un tiempo el país del 'seny' y de la política cuerda, los últimos avatares les han vuelto locos y del 'seny' han pasado a la 'identitat' de una manera que no reconoce ni la propia historia reciente de su país. Ni su tradición republicana, ni la federal, ni la libertaria tienen esos componentes tan retrógrados y endogámicos. Un buen catalán, tradicional, a duras penas puede reconocerse en la presente milonga. Milonga que abrazan a un tiempo todos los partidos políticos, reviviendo lo que Arcadi Espada, un hombre principal de Ciutadans', llamó «el espíritu del suc», aquel discurso nacionalista catalán que la izquierda tuvo que hacer suyo en la Transición, como si con ello precisara de una legitimidad que no tenía. ¿Es ése nuestro caso? ¿Puede prosperar aquí Ciutadans? Lo barruntan algunos, pero no. Lo barruntan viejos profesionales de la política, ahora desprovistos de aparato político e incapaces de generar el suyo o una entidad ciudadana sustitutiva. Pero no hay sitio. No lo hay por diversas razones. Muchas. Una, el Partido Popular vasco representa el extremo antinacionalista vasco, sin tantas dudas como a la derecha más atizada le genera el poco discutible Piqué. Dos, el socialismo vasco, tan plural y extenso en su representatividad social como el PSC, está claro que sigue siendo poco o nada nacionalista, y que su apuesta presente por un proceso de fin del terrorismo no ofrece lugar a dudas. Y, si las ofrece, ahí está inequívoco el PP de Oreja y San Gil. Tres, ya ha habido experiencias ciudadanas en el ámbito político y no se han echado a la arena electoral. Aldaketa-Cambio por Euskadi ha sido la más consistente, y, precisamente, sobre una base de sustitución democrática del gobierno nacionalista, no ha operado en torno al PP sino al PSE-EE, y en ningún caso se planteó jugar a una opción electoral propia. Cuatro, el interlocutor de Ciutadans en Euskadi no ha sido precisamente Aldaketa -no sé a quién se debe esa circunstancia- sino los desplazados del PSE-EE, gentes como Redondo y Rosa Díez, o incluso Gorriarán, gentes de ¿Basta Ya! Craso error para unos y otros, Aldaketa y Ciutadans, pero que conduce a esta opción electoral a un callejón sin salida en nuestro caso y territorio. Quinto, el PP es claro y preciso en Euskadi, y el PSE-EE no lo es menos, incluso en coyunturas tan difíciles y complejas como la presente. Otra cosa se dirá desde una perspectiva contaminada y echada al monte, pero ni uno ni otro coquetean con el nacionalismo. Sexto, la clase política vasca, con sus defectos, no ha hecho causa común de un proceso supraestructural y exclusivo como lo ha hecho la catalana con el Estatut -aunque algo hubo aquí en parte con el dichoso plan de Ibarretxe-, ni se ha situado en los límites de lo permitible políticamente, amparando situaciones de posible corrupción y de lógica sólo partitocrática. Cierto que los políticos vascos dan vueltas a una noria tan infumable como aquélla, pero todavía lo que ello supone y significa es suficiente para que el personal no se desenganche y no establezca una distancia insalvable entre los ciudadanos y los políticos. Se podría seguir con otros números y circunstancias, pero lo dejamos ahí.Ciutadans de Euskal Herria', o así, sólo podría funcionar y prosperar si del proceso de fin del terrorismo de ETA sale un escenario sin respeto para las víctimas, ambiguo e impreciso para con la realidad política e institucional, con semántica múltiple respecto al punto final de toda esta barbarie. Incluso en esa posibilidad sería difícil, porque el Partido Popular, en Euskadi y en España, está jugando a convertir en Apocalipsis cualquier salida a la presente situación. El PP es el que rentabilizará en ese sentido cualquier salida al proceso, buena o mala. Pero, en paralelo, la mayoría de la base social socialista, y otras de otros partidos y la ciudadanía vasca en general ven con esperanza lo que se está haciendo y lo que puede salir de ahí. Sólo si una parte significativa de la base social socialista y ciudadana interpreta que en el momento final se ha quedado sin argumentos y representación política leal y fiable, sólo entonces podría prosperar un 'Ciutadans de Euskal Herria, o así', si acaso el PP no se los queda por completo. Y ese juego especulativo, que no va más allá, es pecata minuta respecto de lo que supone la hipótesis. El PSE-EE no podría suicidarse en una solución a un conflicto histórico que le distanciase y apartase de lo fundamental de su base social clásica. En ese punto, la responsabilidad de los dirigentes socialistas vascos es extraordinaria, de orden histórico: cómo ser imaginativos en las soluciones, sin por ello dar la espalda a los ciudadanos que se expresan políticamente en ellos. Sería, de salir mal, un error inmenso, político, pero sobre todo histórico y ciudadano. Esperemos que no pase y que Ciutadans se quede para resolver, sólo y afortunadamente, los problemas de representación de los ciudadanos de Cataluña. Con eso será suficiente."Artículo publicado originalmente en El correo el 10 de noviembre.

No hay comentarios: