viernes, 25 de abril de 2008

La España "grasiosa"


El otro día escribía algo sobre la "España decente" que Zapatero decía querer en su discurso de investidura y que se concretaba en la persecución que está haciendo la Hacienda Pública de los defraudadores que han colocado fuera, en paraísos fiscales, sus ahorros.
Se me ocurría esto de la España "grasiosa" (con ese retintín, con ese soniquete con que Andalucía se dice eso de ¡qué gracioso ... eres!) cuando por un lado seguía escuchando lo que ayer fue para mí la información sobre saliente del día: Aguirre permite que los curas participen en los comités de cuidados paliativos. El consejero de Sanidad, Juan José Güemes, arremete contra la SER, pero reconoce que los curas participan en los comités, aunque asegura que no deciden". Es el regionalcatolicismo como lo ha calificado Álvaro Cuesta, de la Ejecutiva Federal del PSOE instando a "la inmediata retirada del convenio que incluye a la Iglesia en los comités de ética de los hospitales madrileños .Los socialistas rechazan rotundamente el acuerdo suscrito por la Comunidad de Madrid con la Iglesia católica" .
Mucho ha de hacer también este Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero para no sólo no permitir la vuelta hacia el nacionalcatolicismo contra el que tantos nos opusimos y combatimos para conquistar la libertad, la libertad religiosa, la libertad de conciencia. ¡Que España sea decente y también laica, libre, tolerante ...
La "grasia" me la producía, por otra parte, al escuchar también esas declaraciones "pretendidamente republicanas" que había hecho el Alcalde de Puerto Real sobre el Rey Juan Carlos y la Monarquía. Tan burdas y zafias que me niego a reproducirlas en mi cuaderno. Con excrecencias como estas, poco se contribuye a conquistar la democracia republicana, cívica, que algunos propugnamos.

(Me atrevo a recomendar el libro "El saber del ciudadano", de varios profesores españoles de Filosofía política, que actualmente leo y cuya reseña copio: Este libro se propone explicar las cuestiones principales acerca de la democracia: su naturaleza y justificación, su procedimiento de toma de decisiones, las figuras básicas que hoy reviste y algunos de los desafíos que afronta. Al ponerse a esa tarea, sus autores dan por sentado el notable influjo que un mejor saber político de la gente tendría en la cosa pública y su gobierno: pocas empresas hay tan dependientes de la fuerza y claridad de las razones de sus protagonistas como la democrática. Nuestra conducta ciudadana será relativa a nuestra idea de democracia, a lo que creamos que ésta sea, pero no menos a lo que puede y debe llegar a ser. Por ello nadie nace demócrata, sino que más bien se hace. Nadie puede suponer que ya es demócrata, o que no puede serlo más, o que es demócrata en todos sus comportamientos políticos o que -pase lo que pase- no puede dejar de serlo. El buen ciudadano se halla en estado de educación democrática permanente)
La España "grasiosa" la hacen al unísono ese "liberalismo" arcaico, trasnochado, autoritario y ese "radicalismo" falso, pretencioso. Ni uno ni otro nos sirven para cuantos estamos por el buen propósito de una España decente, para una España graciosa.

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