La casualidad (!) ha hecho que el día 14 de abril, setenta y siete años después de la proclamación de la Segunda República, los integrantes del nuevo Ejecutivo del Presidente Rodríguez Zapatero prometan sus nuevas responsabilidades. Este nuevo Ejecutivo, según la presentación que hizo su Presidente, se caracteriza porque es el primero en la historia de nuestro país que cuenta con más mujeres que hombres, nueve frente a ocho; porque también es el primero en el que la cartera de Defensa la ocupa una mujer, Carme Chacón, hasta ahora ministra de Vivienda y porque se crea el nuevo Ministerio de Igualdad que será gestionado por la hasta ahora Ministra más joven, Bibiana Aido Almagro, de 31 años.
La Constitución de aquella Segunda República se caracterizó por, entre otras razones, suponer un avance notable en el reconocimiento y defensa de los derechos humanos por el ordenamiento jurídico español y en la organización democrática del Estado: dedicó casi un tercio de su articulado a recoger y proteger los derechos y libertades individuales y sociales, amplió el derecho de sufragio activo y pasivo a los ciudadanos de ambos sexos mayores de 23 años.
Sin embargo, los nuevos Ministros y Ministras han prometido sus cargos sobre un texto de la Constitución Española de 1978 que estaba acompañado en la misma mesa por una Biblia y por un crucifijo.
La Constitución de 1931 en sus artículos 26 y 27 reconocía la libertad de conciencia y la laicidad del Estado y la Constitución de 1978, en su artículo 16 también reconoce esos mimos derechos: "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".
¿Será capaz este nuevo Ejecutivo de Zapatero en avanzar en el reconocimiento y protección de la libertad religiosa, de la libertad de conciencia, y en la laicidad del Estado?
La Constitución de aquella Segunda República se caracterizó por, entre otras razones, suponer un avance notable en el reconocimiento y defensa de los derechos humanos por el ordenamiento jurídico español y en la organización democrática del Estado: dedicó casi un tercio de su articulado a recoger y proteger los derechos y libertades individuales y sociales, amplió el derecho de sufragio activo y pasivo a los ciudadanos de ambos sexos mayores de 23 años.
Sin embargo, los nuevos Ministros y Ministras han prometido sus cargos sobre un texto de la Constitución Española de 1978 que estaba acompañado en la misma mesa por una Biblia y por un crucifijo.
La Constitución de 1931 en sus artículos 26 y 27 reconocía la libertad de conciencia y la laicidad del Estado y la Constitución de 1978, en su artículo 16 también reconoce esos mimos derechos: "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".
¿Será capaz este nuevo Ejecutivo de Zapatero en avanzar en el reconocimiento y protección de la libertad religiosa, de la libertad de conciencia, y en la laicidad del Estado?
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