domingo, 21 de octubre de 2007

Manifiesto de la Alianza española contra la pobreza


Manifiesto para la movilización del 21 de octubre de 2007
REBÉLATE CONTRA LA POBREZA: MÁS HECHOS, MENOS PALABRAS

La Alianza española contra la pobreza, integrada por más de 1.000 colectivos sociales –sindicatos, organizaciones no gubernamentales de desarrollo, organizaciones ecologistas, de mujeres, de profesionales, de jóvenes, colectivos y movimientos ciudadanos-, nos hemos convocado, por tercer año consecutivo, manifestándonos aquí, en otras cincuenta ciudades de España, y en un centenar de países más para avisar que los Objetivos de Desarrollo del Milenio no se cumplirán sólo con palabras. Queremos que nuestros gobiernos e instituciones asuman sus compromisos y tomen las decisiones políticas necesarias y eficaces en la lucha contra la pobreza. Porque sabemos que la pobreza puede ser erradicada.

La ciudadanía de los países enriquecidos como el nuestro no nos conformamos con dar una de cal y cien de arena. Todas las políticas y planes, de todos los partidos y gobiernos, todas las instituciones europeas y mundiales deben ser coherentes con un mismo objetivo. Sus políticas comerciales, económicas, laborales, de inmigración y financieras deben orientarse a extender la justicia social en el mundo, a beneficiar directamente a los países y personas con menos oportunidades.

No podemos conformarnos con tímidos avances, ni con promesas de mejorar. Queremos denunciar que en la medida en que prevalecen los intereses de los grandes, ricos y poderosos, se
devalúan los esfuerzos que suponen las políticas de cooperación cuando están bien orientadas, y
también los esfuerzos que realizamos las personas desde las organizaciones sociales que trabajamos en la primera línea de la lucha contra la exclusión. No queremos que estos esfuerzos
de todos y todas sirvan apenas para maquillar los daños producidos por “aquellas otras” políticas, que sistemáticamente responden a los intereses de las grandes corporaciones multinacionales.

Ahora que se acercan tiempos de elecciones generales en nuestro país, queremos ver que a los partidos les interesa la agenda de la ciudadanía de la calle, que demanda solidaridad y justicia y que ha demostrado en todas las ocasiones su espontánea sensibilidad y su compromiso con la lucha internacional contra la pobreza. No queremos medidas electoralistas ni “batallitas” para ver quién hizo qué. Cuando millones de personas se ven sistemáticamente excluidas de los supuestos beneficios de la globalización, porque carecen de agua potable, no conocen un médico o una escuela, no tienen un trabajo digno y no tienen ninguna oportunidad para mejorar sus condiciones de vida, el resto de las diferencias deben quedar en segundo plano.
Queremos la complicidad de los gobiernos, que nos han de representar, para señalar cuáles son las causas y los causantes de la persistencia de la pobreza. Nosotros, millones de ciudadanos y ciudadanas del mundo, cientos de miles hemos salido hoy a las calles en España, sabemos algunas de ellas:
  • Los gobiernos de los países “ricos” no cumplen ni siquiera sus promesas. Ponemos sólo tres ejemplos de los muchos que hay para elegir: a) Se comprometieron 6.000 millones de dólares anuales para lograr la educación primaria universal. Sin embargo, la ayuda está disminuyendo. b) En la lucha contra el SIDA, África Subsahariana sólo ha recibido el 60% de los fondos prometidos. c) Los países del G-8 se comprometieron a duplicar las ayudas a África para el año 2010. Pero, sin contar la cancelación de la deuda a Nigeria, simplemente han aumentado un 2% entre 2005 y 2006.
  • Los países empobrecidos no influyen en las instituciones de “gobierno mundial”. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional imponen políticas a los países pobres que les perjudican, bajo la amenaza de cortar el acceso al crédito. Estas instituciones se financian con las letras que pagan los países pobres para devolver sus deudas. Los pobres pagan para sostener instituciones que manejan los ricos.
  • El G8, la OCDE, la OMC y el resto de instituciones multilaterales facilitan la economía especulativa y recortan la economía productiva. Más de la mitad de la “riqueza” mundial procede del mercado financiero que no produce ningún bien ni servicio. Las finanzas internacionales no tienen fronteras ni pagan impuestos, y cuentan con paraísos fiscales aceptados por todos los gobiernos que permiten mover el dinero sin trabas. Al tiempo 7 de cada 10 personas empobrecidas del mundo dependen directamente de la agricultura. Los productores y productoras de los países empobrecidos cada vez reciben menos ayudas. La Alianza señala la importancia del empleo digno como forma de garantizar la redistribución de la riqueza y la eliminación de la pobreza.
  • Los poderosos imponen normas comerciales injustas para su propio beneficio. Las negociaciones comerciales internacionales no se realizan bajo reglas transparentes ni en igualdad de oportunidades. Los mercados poderosos protegen sus privilegios a costa de impedir el desarrollo de las economías más necesidades. Para los países pobres es como jugar siempre “fuera de casa” y con el “árbitro comprado”. Así, los mercados ricos, el de Estados Unidos y el de la Unión Europea, les impedimos que exporten sus productos o desarrollen sus proyectos empresariales cuando compiten con los nuestros. Actualmente la Unión Europea despliega toda su “diplomacia” comercial para imponer acuerdos (valga la contradicción) a los países de África, Caribe y Pacífico. Acuerdos que mantienen privilegios de unos y profundizan la pobreza de otros. Manifestamos rechazo a las comunicaciones de los comisarios europeos tratando de convencer a activistas de todo el mundo de las bondades de dichos acuerdos.
  • Las “crisis” las pagan siempre los más empobrecidos. Las empresas energéticas siguen declarando beneficios multimillonarios a pesar del derroche y de la escasez que nos afecta a todo el mundo. Ahora “resolvieron” con los “agrocombustibles”, ya tienen nuevas fuentes energéticas que explotar y vender. Los gobiernos asienten y consienten. Mientras tanto esta nueva explotación ya subió los precios de los alimentos básicos de millones de personas (cereales como trigo, soja o maíz) y supone un empujón más al modelo de industria intensiva en agua, tierras y químicos que destruye nuestros mares y bosques. El mismo que tantos beneficios ofreció para unos pocos, expulsa a los pequeños productores, a los que dependen de la producción local, artesanal y orgánica. Lo mismo sucede con la actual crisis financiera, motivada por la codicia de los especuladores financieros y bancos, en cuya ayuda se movilizan recursos públicos, y cuyo coste recaerá en los que viven de las rentas de su trabajo.
Por todo lo anterior, reclamamos medidas coherentes y decididas por parte de nuestros gobiernos. Es preciso invertir, llegar al 0,7% de nuestro PIB cuanto antes y destinado exclusivamente a proyectos de lucha contra la pobreza y la desigualdad, cancelar la deuda externa de los países más empobrecidos y eliminar las herramientas con las que España aún continúa endeudando a esos países. Es imprescindible que las buenas palabras y los discursos, se conviertan en hechos palpables y sin ambigüedades. También en el papel que nuestros representantes en las negociaciones internacionales deben tener: que nos representen a nosotros y nosotras, ciudadanos de a pie, solidarios y justos, preocupados por detener la locura de un mundo derrochador y depredador, consumista e insolidario, en el que vivimos a costa de la terrible pobreza de la mitad de la población del Planeta.

ALIANZA ESPAÑOLA CONTRA LA POBREZA. Octubre 2007

Alianza Española contra la Pobreza

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