martes, 30 de octubre de 2007

La derecha española anclada en el franquismo


Asamblea conjunta obispso-sacedotes (1971)

En la asamblea conjunta obispos-sacerdotes, celebrada en Madrid en Septiembre de 1971, se planteó la necesidad de que la Iglesia pidiera pública y corporativamente perdón por la actitud adoptada en la Guerra Civil. Se puso a votación esta propuesta: "Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está en nosotros. (1 Jn 1,10). Así pues, reconocemos humildemente y pedimos perdón porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos" El texto obtuvo 137 votos a favor, 3 nulos, 78 en contra, 19 "iuxta modum" y 10 en blanco. El documento no se publicó, porque no alcanzó los 2/3 necesarios, pero se aprecia que muy mayoritariamente, la asamblea eclesial española estaba arrepentida de su actuación.


Asamblea para la Recuperación de la Memoria Histórica
“La Iglesia católica va a desaprovechar una gran oportunidad para llevar a cabo un ejercicio de reconocimiento de su labor durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Mientras sólo asuma su parte de víctima y no la de verdugo, estará contribuyendo a una estéril culpabilización y a una utilización extremadamente parcial del pasado”.
Ésta es la opinión que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica transmite a los obispos con motivo de las beatificaciones de hoy en el Vaticano. Les pide que reconozcan su responsabilidad y se disculpen “ante la sociedad por una actitud que causó enormes sufrimientos”.

Jaime Botey Vallés

">Memoria histórica, asesinatos y beatificación
Jaime Botey Vallés
La beatificación masiva de religiosos, religiosas y sacerdotes fusilados durante la Guerra Civil en la zona republicana constituye, objetivamente, una nueva humillación a los fusilados por los franquistas, que durante más de 70 años han sido silenciados. Franco los castigó con la condena y la muerte y la transición los castigó con el olvido. El pretexto era no reabrir heridas. Quienes gestionaron la transición temieron que poner a la luz publica lo que ocurrió podía poner en cuestión el alzamiento, la guerra, el franquismo y la misma transición, es decir, los cimientos de la España actual. Porque todo el mundo desea que los “suyos” desempeñen el papel de víctimas y no el de victimarios.

Beatificación de víctimas de la Guerra Civil

Negacionismo episcopal

Juan G. Bedoya
EL PAÍS - Sociedad - 29-10-2007


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La jerarquía española es la única de las mezcladas en guerras fratricidas el siglo pasado que no lo ha hecho. Sí se han manifestado arrepentidos los obispos argentinos y chilenos, los austriacos, también los franceses por colaboracionismo con el régimen filonazi del mariscal Pétain. Y pidió disculpas, sobre todo, el papa Juan Pablo II, nada menos que en 90 ocasiones, por los suplicios inquisitoriales a Galileo, Jan Hus y tantos otros, pero también por no haber sido "testigos de reconciliación".

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La derecha y la memoria del franquismo

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¿Por qué una derecha que se proclama democrática se niega a la recuperación de la memoria de los demócratas condenados con leyes dictatoriales? ¿Por qué el PP no se homologa con los partidos conservadores alemanes, italianos o franceses? ¿Cuál es la razón de esa resistencia casi setenta años después del final de la Guerra Civil y a casi tres décadas de la aprobación de la Constitución? La respuesta que sus líderes dan es que las deudas de la Guerra Civil quedaron saldadas con la Transición y que la ley reabre viejas heridas. Sin embargo, de su letra y de su espíritu se desprende justo lo contrario. Profundiza en los valores constitucionales y cierra algunos agujeros negros que las fuerzas democráticas, recién salidas de la clandestinidad o del exilio, con inteligencia y generosidad dejaron abiertos en 1978 con el fin de consolidar una democracia frágil, demasiado precaria y amenazada. Es decir: la ley completa la transición, la hace más sólida y no al contrario. Es más: lo que podría romper el espíritu de la transición sería, precisamente, su inexistencia. ( .... )


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