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España es un país democrático de la Unión Europea. Todos los gobiernos de la democracia, (...) , han contribuido a lograr el actual grado de modernización y desarrollo democrático de la sociedad española, que, a fecha de hoy, es tan elevado o más que el de cualquier otro país de Europa. En consecuencia, y quiero que sea mi primera afirmación, es evidente que el grado de crispación de nuestra vida pública no se corresponde con ese nivel de desarrollo democrático de la sociedad española; es anterior a la democracia, no encaja en ella, ni tiene por qué hacerlo, y violenta la estabilidad, no sólo del sistema institucional, sino del desarrollo y la bonanza económica que una democracia moderna precisa, sustentada siempre en la estabilidad del sistema. ( ....)
España precisa un centro-derecha moderno; ( ...) centrado, moderado, libre de complejos del pasado; abierto a la modernización real de la sociedad española, que él ha contribuido a consolidar, y sin miedos ni perversiones mayores que las lógicas en la confrontación política parlamentaria. ( ...) que valore, sobre todo, su profundo sentido del Estado; es decir, que no colabore en estrategia alguna, y mucho menos la impulse, que busque, consciente o inconscientemente, ganar el Gobierno aun pagando el impagable precio de desprestigiar siquiera subrepticiamente la excelencia del sistema institucional de la democracia española.
La democracia es, de hecho, un régimen de opinión pública y ésta no puede estar sometida todos los días a un auténtico boomerang político que se retroalimenta sustentado en la crispación política, en la ausencia de grandes acuerdos entre los partidos en asuntos capitales para la pervivencia del Estado y el crujir de huesos y llanto de cementerio propio de la peor tradición política española, aquella que no sabe para qué intervenir en política, ni entiende en el corto y medio plazo para qué hacerlo.
España precisa, pues, un centro-derecha liberal medido, prudente, capaz de plantear a la sociedad española medidas oportunas que lleven ilusión y sentido del futuro a una sociedad plural y compleja como la española; ( ...) que crea verdaderamente en el ideario liberal, que espere que los españoles compartan el mismo mayoritariamente como mejor y más cercano a la resolución de sus problemas y necesidades que las recetas socialdemócratas. En cualquier caso, entre las proclamas liberales y el socialismo liberal no puede abrirse, día a día, el foso de un abismo infernal y profundo que parece querer tragarse los equilibrios democráticos y constitucionales por segundos. Esto es claramente un disparate. ( ....)Hay que hacer el mayor esfuerzo político, personal, social y colectivo por restaurar en nuestro país la concordia y la convivencia cívicas, y a ello debe contribuir de manera decisiva, en el inmediato futuro de España, el Partido ( ... )que los españoles merecen y al que tienen legítimo derecho democrático.
(En el anterior texto han sido suprimidas las referencias a un partido político concreto) Lo que más arriba se copia no es el artículo de opinión de algunos de los periodistas o editorialistas de algún medio de comunicación del Grupo Prisa. Es el artículo de opinión que bajo el título de "El Partido Popular necesario" escribe el Diputado del Grupo Popular Joaquín Calomarde en el periódico El País, cuando aún está vigente la campaña de boicot y de desprestigio que los directivos del PP están manteniendo.
Es difícil no estar de acuerdo con las muchas de las apreciaciones expresadas por este Diputado Popular. Pero ... ¿cuántos piensan como él? Es evidente que, al menos en público, sólo uno se ha atrevido a decirlo. ¿Cuánto durará? Veremos si aparece en las próximas listas electorales si es que llega a ellas en su condición de Diputado.
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