jueves, 12 de abril de 2007

Ya en tiempo de campaña electoral

Aunque no oficialmente la campaña electoral para las próximas elecciones municipales ha sido iniciada por los/as candidatos/as de los partidos que han de concurrir a las mismas. En este contexto, me han llamado especialmente la atención dos artículos de opinión aparecidos en la prensa. El primero es de Gabriel Tortella, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá, titulado "La sinecura" y publicado en El País. Comienza su opinión recogiendo las concepciones del "cargo público": "Hay dos concepciones de lo que es un cargo público: puede concebirse como un empleo remunerado cuyo objetivo es el bien común; o bien se lo puede ver como una sinecura o incluso como una satrapía. Naturalmente, todos creemos que es, y debe ser, lo primero; pero hay abundante evidencia de que en muchos momentos y latitudes ha predominado de hecho la segunda concepción, por supuesto sin que se proclame abiertamente. Recordemos que "sinecura", en latín "sin cuidado", es un empleo o situación que no da trabajo y sin embargo está bien remunerado; y que los sátrapas, gobernadores del antiguo imperio persa, eran famosos por su codicia y despotismo.
Pues bien, en España (y no sólo en España, en toda la Europa absolutista) hay una larga tradición de concebir los empleos públicos como, en el mejor de los casos, sinecuras, y, muy frecuentemente, algo parecido a las satrapías. No hay prueba más clara de esto que la acendrada práctica de la "venta de oficios" en la España de los Austrias, comenzada por Carlos V."

El artículo es muy interesante y recomiendo leerlo completo -aunque algunas reflexiones del autor no las comparta totalmente - en este tiempo en que nos mortificarán los/as candidatos a las elecciones. Y háganse con frecuencia esta pregunta: ¿cuántos y quienes de los candidatos/as pretenden acceder al cargo público para ejercerlo como una "sinecura" o como una "satrapía"? En nuestra mano está nuestro poder. Discriminemos y rechacemos a unos/as y otros/as candidatos/as.

El otro interesante y oportuno artículo es el que publica el psiquiatra Carlos Castillo del Pino bajo el título de "La ridiculez". "El error tiene una condición maligna: además de perjudicar a quienes se le induce, se vuelve contra el que lo comete. No hay una sistemática de las consecuencias de los errores, ni puede haberla, porque depende de la posición del que yerra y de la de los inducidos al error. Por eso, no puedo permanecer ajeno al continuado error del líder del PP, don Mariano Rajoy, y a las consecuencias que tiene sobre sus seguidores y no seguidores, con su adicción a la manifestación semanal (...)
La ridiculez tiene dos componentes: la situación (ridícula) que se crea y el sujeto (ridículo) que la provoca. Agotada la comicidad de la situación ridícula, surge de nuevo con sólo evocar al ridículo sujeto que la suscitó. La ridiculez, en cierto sentido, es interminable. Es lo que le ocurre al señor Aznar: pasamos de su ridiculez a la de las situaciones evocables: boda filial, contubernio en Azores, rancho en Tejas, etcétera. Ridículo deriva del latín ridere, reír."


Recomiendo también que sea leído íntegramente este artículo de Castilla del Pino.

La cantidad de errores y de gestos ridículos que veremos en los/as candidatos/as para ganarse el favor de los votantes. O tal vez para arrojarlos a la abstención y al desinterés por la política y por los políticos. Si se dieran cuenta y les quedase un mínimo de sentido común, seguramente que serían más comedidos.

No hay comentarios: