Y como coincido con él lo pego en este mi blog
El accidente»
Madrid, viernes, 19 de febrero. 7 de la mañana. A un lado del accidente hay un ciudadano que ha madrugado para ir a trabajar. Al otro, hay un diputado que ese día no trabaja, que se puede permitir salir toda la noche de copas, que ya dormirá por la mañana. En esta metáfora tan bonita de la España moderna, de esa injustificadísima mala imagen que tiene la sociedad de los políticos, hay también un trabajador embestido y un diputado que embiste; un conductor que da 0.0 en la tasa de alcoholemia y otro que duplica el máximo permitido; que ahora se enfrenta a un juicio porque lo suyo es, literalmente, de delito.
A un lado del accidente hay una víctima, cuyo coche acaba con más daños de lo que valía. Al otro, un irresponsable, que cuando conduce ebrio no sólo juega con su vida, sino también con la de los demás; todo un representante de los ciudadanos y de las mejores virtudes de la juventud, que por algo preside las Nuevas Generaciones. Pero el accidente no se acaba aquí, que esto es un choque en cadena y lo más grave aún está por venir. La tormenta después del aleteo de la ociosa mariposa llega ayer, cuando de la anécdota se pasa a la norma y es todo un grupo parlamentario del Congreso de los Diputados, 154 señorías que callan, luego otorgan, quienes reparten perdón, ergo asumen la culpa. “Todo el mundo tiene errores en la vida, son errores humanos y es digno hacerle el reconocimiento por haber pedido disculpas”, elogia María Dolores de Cospedal, mientras obvia que las disculpas llegaron cuando se supo del accidente, y no antes. “Si todos los diputados van a tener que dejar el escaño por una cuestión así…”, concluye De Cospedal, que da en el clavo. Si todos los diputados asumiesen la responsabilidad de sus errores, lo mismo viviríamos en un país distinto.
1 comentario:
La política del ¡Viva el vino!.
Que puede esperarse de discipulos tan aventajados?.
Saluds.
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