La bolsa de plástico, la que nos dan al acercarnos a cualquier establecimiento para comprar algo, se ha convertido en un elemento cotidiano imprescindible. Te las regalan, cargas hasta nueve kilos de compra en los seis gramos de bolsa, las utilizamos apenas unos minutos, lo justo para llevar la compra desde el comercio a la casa y después… la desechamos. En cualquier sitio, sin miramiento. Pero este producto, dados su composición y su extendido uso, se ha convertido en un grave problema económico y medioambiental. Debido a su proceso de producción en el que se emplea el polietileno, un derivado del petróleo, suponen un despilfarro energético y una forma de emitir gases de efecto invernadero. Sus componentes pueden tardar en degradarse más de medio siglo.
Por una sola bolsa no pasaría nada pero es que en todo el mundo, se calcula, que se usan cada año nada menos que 1,2 billones de bolsas de plástico.
Cada minuto que pasa se fabrica en el mundo cerca de un millón de bolsas de plástico. Sólo en Estado Unidos, producir los 30.000 millones de bolsas que consumen los norteamericanos cada año cuesta 12 millones de barriles de crudo, un precio que empieza a ser demasiado algo. Estados Unidos y la Unión Europea consumen el 80% de la producción mundial; China, consume unos 3.000 millones de bolsas de plástico al día. Y su generalización en los países en vías de desarrollo está agravando el problema.
Si juntáramos todas las bolsas producidas, se podría cubrir la tierra hasta tres veces.
España es una gran devoradora de bolsas de plástico, somos el principal productor de bolsas de este material y el tercer consumidor de Europa. En concreto, se calcula que los comercios españoles distribuyen cada año unos 10.500 millones de bolsas, lo que equivale a más de 230 por persona. Todo esto supone 97.400 toneladas de basura de plástico, de las que son recicladas 10.500 toneladas.
Y es que la mayoría de estas bolsas que se deberían ser depositadas en el correspondiente contenedor amarillo para su posterior reciclaje y recuperación, van más bien a los vertederos o incineradoras, en el mejor de los casos, donde no hacen más que intoxicar la tierra y el aire de este planeta; otras, muchas, por su volatilidad o por la acción del hombre, van a parar a los fondos marinos en los que ocasionan la ingestión nociva para animales marinos que acaban asfixiados.
Además de esta contaminación, la bolsa de plástico produce situaciones de riesgo de inundaciones y taponamientos principalmente en ciudades del mundo menos desarrollado.
La reducción del uso, pues, de estas bolsas se ha convertido en una preocupación planetaria.
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Publicado en tucomercio.(Periodico gratuito de la Unión de Comerciantes de Cádiz) octubre / 2008 Nº 3
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