jueves, 22 de enero de 2009

EL ALARMANTE DETERIORO DE LA POLÍTICA.

Suelo traer a este mi cuaderno de bitácora, y cuaderno también de apuntes, aquellos temas, artículos, opiniones que me encuentro por la Red o en mis lecturas y que me parecen especialmente significativos porque además de su actualidad  pueden ser un acicate para pensar y analizar la realidad. 
Hace cuarenta y ocho horas juró su cargo el recién elegido Presidente de los Estados Unidos. Recomiendo ahora leer tres de sus discursos más importantes por el momento en que los pronuncia:
1. Discurso pronunciado el 3 de junio de 2008, en ST. Paul Minnesota, tras proclamarse vencedor de las elecciones primarias del Partido Demócrata y candidato por este partido a la Presidencia de Estados Unidos. Aparece con el título "El cambio que necesitamos".
 2.El segundo es el del 4 de noviembre de 2008, en Chicago Illinois, que pronuncia ya como Presidente electo. Es el discurso de "Sí, podemos".
3. Y el tercero es pronunciado su toma de posesión, el 20 de enero de 2009, delante del Capitolio, Washington, Columbia. 
Aparte de otras consideraciones, me ha impresionado la elegancia, el respeto, la consideración con la que trata en cada momento a su rival político/a,  que ha competido con ellos y les ha ganado: será la senadora Hillary Clinton a la que elegirá después como Secretaria de Estado; será el senador republicadno John McCain al que ha ganado  en las elecciones Presidenciales;  será al Presidente Bush al que sucederá y cuyas políticas modificará y sustituirá por otras radicalmente distintas.
¡Cuántas dosis falta en la política española, en los políticos españoles en esto: en el reconocimiento y valoración de los rivales y competidores políticos! La revista La Factoría  ha publicado íntegros estos tres discuros. ¡ No se los pierdan!

Menciono también aquí el artículo que publica José María Castillo, teólogo, y que tituta El alarmante deterioro de la política. Comienza diciendo: El anuncio de una huelga de los jueces, que ya se ha señalado para el 26 de junio, es más alarmante de lo que mucha gente se imagina.
Porque, en realidad, lo que se anuncia es nada menos que la huelga de uno de los poderes del Estado de Derecho. ¿Qué pensaríamos si se nos dijera que tal día el parlamento de la nación entrará en huelga? ¿No diríamos que estamos locos?
Pero no es esto lo más preocupante. Porque, si los jueces han llegado a tomar una decisión tan difícil de entender, es porque algo muy grave los debe haber puesto de acuerdo, cuando sabemos que entre ellos existen profundas diferencias.
( .... )
Estamos de acuerdo en que un sistema democrático es mejor que una dictadura. Pero ocurre que el sistema democrático se ve sometido en España a una tremenda tensión. Me refiero a la tensión entre los dos grandes partidos mayoritarios, el PP y el PSOE.Porque desde el momento en que los políticos de cada uno de esos partidos tienen que dar cuenta de sus decisiones, no a los ciudadanos directamente, sino al partido que los ha puesto en las listas electorales y al que se ven sometidos por la disciplina del partido, desde ese momento se producen dos consecuencias a cual peor: 1) La crispación en una sociedad, que ya viene fuertemente crispada de tiempo atrás, desde los aterradores tiempos de las “dos españas”. 2) Los políticos se ven en la constante tentación de tomar sus decisiones, no en función de lo que interesa a los ciudadanos, sino en función de lo que interesa al partido. Y entonces puede ocurrir (y ocurre) que, por ejemplo, la mejor noticia que hoy le pueden dar a un “buen” político del PP es que la crisis económica le cause más problemas al PSOE, lo que en definitiva es empeorar las cosas a millones de ciudadanos.Como igualmente es cierto que la mejor noticia que hoy le pueden dar a un “buen” político del PSOE es que se destape un escándalo administrativo o económico en una autonomía o un ayuntamiento gestionado por los populares.Como es lógico, la consecuencia que se sigue de este estado de cosas es que la política se gestiona, muchas veces, más en función de los intereses partidistas que en función de las necesidades de la gente. Eso ocurre en la política nacional, en la autonómica, en la municipal y hasta en las rencillas que se organizan en barrios, tertulias y familias.La tensión a gran escala está servida. Y todos somos víctimas de ella. Hasta provocar la nausea de los que mandan todo esto a tomar viento, se cansan de política y prefieren vivir en el “pasotismo” ante responsabilidades públicas a las que nadie éticamente puede renunciar.Lo peor que ocurre en estas situaciones es que el deterioro invade todo el tejido social y afecta, no sólo a las personas, sino además a las instituciones. El caso de los jueces es patente. Pero no sólo los jueces. Al deterioro de la administración de justicia, se suman, entre otros, el deterioro también de la enseñanza pública y el de la religión. Tanto el uno como el otro son tan clamorosos como patentes.
( ... )
Y en cuanto a la religión, confieso que, a mí por lo menos, me da pena, mucha pena. Mi religión, la católica, que es la que mejor conozco, no para de protestar y quejarse, de vociferar y echarse a la calle. ¿Para qué? Los obispos dicen que ellos tienen por misión anunciar a Jesucristo. Pero la verdad es que la impresión que producen muchos de ellos es que les preocupan más determinados asuntos, relacionados con el poder político y económico, que con el Evangelio que anunció Jesús.El resultado es que la Iglesia ya no está ni en la derecha, sino a la derecha de la derecha, o sea tan al margen que da la impresión de que no está en ninguna parte. O mejor, muchos pensamos que donde está es estorbando para que este país funcione mejor.

He tomado sólo algunas reflexiones del teólog Castillo. Pero no dejes de leer su artículo completo en Atrio.

Y por último he releído con motivo de estos y otros acontecimientos políticos y partidarios el artículo de opinión que el Catedrático de Filosofía Política y diputado por Cadiz (1979 - 1993) Ramón Vargas-Machuca publicó en El País con el título de Decálogo del buen político.
Diceel profesor en su primer mandamiento:
 1. No hay que contraponer políticos de profesión y de vocación. Para ejercer bien este oficio se requieren profesionales con fibra política. Promuévanse estímulos para atraer y retener a los apasionados de la política y no a quienes se acercan a ella porque no han encontrado nada mejor.
Y en el segundo: 2. Un buen político no debe ser fantástico ni fanático, sino tener talento político, una mezcla de espíritu de justicia y sentido estratégico. Alguien con unos cuantos principios y contención moral para no encandilarse con ilusiones cegadoras, pero que demuestra agudeza, sentido de la anticipación y adaptabilidad. La inteligencia política se templa bregando con las tensiones insuperables de la política (la "herida maquiaveliana" rememorada por Rafael del Águila) y sabiendo operar en un campo de recursos escasos y opciones limitadas.

Amigo, lector, sigue leyendo hasta completar el decálogo y saca tu tus propias consecuencias.


No hay comentarios: