Todas las llamadas van dirigidas a acudir a votar, a que vayan todos y todas a votar. El PP viene montando su estrategia sobre la crispación para mantener cohesionado y movilizado su electorado más derechista y ultraderechista. Y parece que lo ha conseguido. Durante la campaña electoral ha retomado los componentes que más pueden sustentar y alentar la crispación: el terrorismo y la estructura territorial del Estado. Ha llamado al miedo.
El PP, por otra parte, ha pervertido estas elecciones. Vamos a elegir a los gestores de nuestras ciudades y de nuestros pueblos. Los que van a planificar y proyectar el habitat en que se desarrollará nuestra existencia personal y colectiva: ciudades y pueblos en dimensión humana.
Frente a esa estrategia de la crispación y como respuesta a esa perversión de las elecciones, no cabe otra respuesta que vota y animar a votar.
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