martes, 18 de agosto de 2009

Un futuro en llamas

Greenpeace advierte del aumento de la intensidad de los incendios forestales por el cambio climático
El informe Un futuro en llamas expone el auge de los grandes incendios, su mayor intensidad y el riesgo para la población


Greenpeace ha presentado en rueda de prensa el informe Un futuro en llamas. El cambio climático y la evolución de los incendios forestales en España, en el que expone la variación de las características de los incendios forestales y la influencia que el cambio climático produce en ellos.

“Desde que comenzó el verano, 25 grandes incendios son responsables del más del 65% de la superficie quemada en lo que va de año. No sólo los grandes incendios son ahora más numerosos sino que, debido al aumento de las temperaturas y la prolongación de las olas de calor, los incendios son más virulentos” ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace.

En España, los grandes incendios forestales (superiores a 500 hectáreas) suponen cada vez un mayor porcentaje de la superficie total quemada anualmente. Dentro de estos grandes fuegos, desde hace 20 años están ocupando un papel destacado los que tienen lugar durante fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor.

Bajo estas condiciones pueden derivar en lo que se denominan Incendios de Alta Intensidad, que se desarrollan en condiciones de alta temperatura, viento y baja humedad. Son extremadamente dañinos y peligrosos y su control es imposible si no cambian las condiciones meteorológicas. Este tipo de incendios también se está produciendo en zonas urbanizadas inmersas en áreas forestales, lo que genera un gran peligro para la población y sus bienes.

“Como vimos en Galicia en 2006, recientemente en la isla de La Palma (Canarias) o en El Arenal (Ávila), los incendios forestales son cada vez más un problema de seguridad pública” ha señalado Soto.

El cambio climático se está combinando con el abandono rural y la falta de gestión de las masas forestales, así como una mayor relación entre el campo y la ciudad (urbanizaciones, actividades en la naturaleza, infraestructuras eléctricas, etc) y la persistencia de las causas (negligencias, accidentes, rayos, intencionados) que provocan los incendios forestales en España.

Por este motivo la organización ecologista considera que urge adaptar los ecosistemas a esta nueva realidad y tenerla en cuenta en la planificación forestal y la política de extinción. Hacen falta más planes de ordenación de los montes que incluyan la gestión del exceso de biomasa y la continuidad del combustible. Es importante diseñar planes de evacuación en zonas urbanas o periurbanas en entornos forestales así como planificar el diseño de la vegetación y los jardines.

El informe se detiene en algunos de estos casos producidos en el área mediterránea, región que según los expertos del IPCC es una de las zonas más vulnerables del planeta al cambio climático. Se analizan la ola de calor en toda Europa de 2003 y los incendios ocurridos ese año en Portugal y el sur de Francia e Italia; el incendio de Riba de Saelices (Guadalajara) en 2005; la oleada de incendios de agosto de 2006 en Galicia y los del año 2007 en el Peloponeso (Grecia) y Tenerife y La Gomera. También se examinan datos de los numerosos grandes incendios ocurridos durante la primera mitad del presente verano.

Los incendios forestales suponen el 10% del total mundial de emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan más cambio climático y generan un círculo vicioso. Ante esta situación, Greenpeace concluye que es urgente combatir el cambio climático reduciendo drásticamente las emisiones de gases invernadero. Para alcanzar este objetivo, la oportunidad más clara es la cumbre climática mundial que se celebrará el próximo mes de diciembre en Copenhague.

En esta cita, los líderes mundiales de los países desarrollados deben comprometerse a reducir un 40% sus emisiones en 2020 respecto de los niveles de 1990, ya que las emisiones globales deben alcanzar su pico en 2015 y llegar tan cerca de cero como sea posible en el año 2050. Deben aportar 110.000 M€ anuales necesarios para que los países en desarrollo sean capaces de combatir el cambio climático, financiar la protección de los bosques y adaptarse a aquellos efectos que ya son inevitables. Por último, deben establecer un mecanismo financiero para detener la deforestación y las emisiones asociadas en todos los países en desarrollo para 2020 y alcanzar la meta de cero deforestación en el Amazonas, el Congo e Indonesia para 2015.

“Kioto supuso un pequeño paso, Copenhague tiene que ser un salto de gigante”, ha declarado Soto, “y el papel del Estado español en este compromiso con la humanidad le corresponde a José Luis Rodriguez Zapatero”.

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