domingo, 23 de mayo de 2010

¿Serán sancionados los canónigos de Cajasur?

Leía las informaciones que algunos periódicos publicaban sobre la intervención de Cajasur, la Caja de la Diócesis de Córdoba, por el Banco de España con datos como éstos:

"El consejo de la entidad cordobesa, que representa el 0,6% de los activos del sistema, se metió en el agujero y ha provocado que el dinero de los contribuyentes sanee sus errores de gestión. Cajasur pierde 40 millones al mes; tiene una morosidad del 8,47%; sufre una importante retirada de depósitos desde la última semana y no tiene el capital mínimo para operar."

Al borde del abismo

- Cajasur perdió el año pasado 596 millones de euros y 114 en los tres primeros meses de 2010.

- La morosidad escaló el año pasado hasta el 8,47% de los créditos, entre las más altas del sector.

- La entidad de la Iglesia tiene 14.000 millones de euros en depósitos, 474 oficinas y 3.114 empleados.

- Los activos de la caja cordobesa suman 18.960 millones de euros, mientras el pasivo es de 18.730 millones.

Los hechos son los siguientes: una entidad financiera arruinada por un apetito voraz por el ladrillo y una derrochadora política de recursos humanos (cuenta con 3.100 trabajadores, 700 en su sede central), prefiere que el Banco de España la intervenga a fusionarse con Unicaja. ¿Cuál es la explicación? No hay ninguna con una chispa de lógica ni política ni económica. "Los curas han actuado como un maltratador: o eres mía o no eres de nadie". La frase la firma el ya ex vicepresidente tercero de Cajasur y representante del Partido Popular, Juan Ojeda.

Cajasur se extendió como una mancha de aceite por la ciudad durante la presidencia del polémico sacerdote Miguel Castillejo, a los que sus muchos aduladores llamaban Don Miguel y sus críticos, Fray Langostino. Estuvo al frente de la caja durante tres décadas y protagonizó duros enfrentamientos con la Junta de Andalucía. Gracias a la cobertura que le dio el PP, Castillejo huyó de la tutela autonómica en 2002 y se puso bajo el paraguas del Gobierno central, entonces en manos de los populares. Antes de emprender esta huida, la Iglesia controlaba el 30% del consejo de administración. A partir de ese momento, el Cabildo se apoderó del 50% de los sillones, cuando la ley autonómica de cajas fijaba entonces un máximo del 13% de representación para las entidades fundadoras, como lo era la Iglesia.

Los mayores desmanes se cometieron durante esta época. Asuntos tan chuscos como que los consejeros cobraran suculentas dietas por asistir a conciertos, conferencias o por acudir al acto religioso de la coronación de la Virgen de la Fuensanta. El Gobierno andaluz presentó en 2003 una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción al entender que, a través del sistema de dietas, se podría haber incurrido en una apropiación indebida de 10,3 millones. El fiscal archivó la denuncia.

Y recuerdo que estando en Córdoba allá por los años ochenta y representando al Gobierno de la nación se comenzó a hablar y proponer por el entonces Presidente de la Junta de Andalucía que sería bueno para Andalucía que contase con una o a lo sumo dos Cajas de Ahorro, fuertes y sólidas para responder a los retos económicos y de desarrollo futuro de la Comunidad. Para ello debería darse un proceso de fusión de entidades de ahorro.

En Córdoba operaban entonces dos Cajas de Ahorro: Cajasur, la Caja del Obispo, más bien la Caja de Don Miguel y la Caja Provincial, la Caja fundada y patrocinada por la Diputación Provincial. Ésa era más pequeña pero estaba mejor gestionada y era muy rentable.

El primer paso era de que ambas Cajas se fusionasen para desde esta fusión ir a fusiones con otras Cajas andaluzas y así llegar a la propuesta del Presidente de la Junta: una o dos Cajas andaluzas. El Presidente de Cajasur fue "tan listo" o "tan tozudo" y los dirigentes socialistas fueron tan torpes que dejaron pasivamente que la Caja del "Cura" absorviese la Caja Provincial con la práctica desaparición de ésta. Sólo algún dirigente socialista cordobés se oponía a esa absorción sin condiciones. Yo también me opuse a esa operación porque entendía que el Canónigo sólo pretendía aumentar su poder económico, social y cultural en Córdoba y de ninguna de las maneras iría a la fusión con otras entidades andaluzas. La institución eclesiástica siempre hará todo lo posible y casi lo imposible para nunca perder el poder conquistado. Y Don Miguel eso era lo que pretendía.

Es lo que han hecho los canónigos sucesores del Don Miguel veintitantos después y con una Caja en quiebra: han preferido entregarse al Banco de España antes que fusionarse con otras Cajas.

Una última reflexión: ¿serán sancionados los canónigos cordobeses por su mala gestión en la Caja o como Don Miguel y cuantos han provocado la actual crisis económica y financiera tendrán la oportunidad de disfrutar de sus pingües planes de pensiones? ¡Atentos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leo los datos económicos de la mencionada y no me cuadran las cuentas.
¿Son correctos esos datos?