miércoles, 27 de agosto de 2008

Hay ideologías muy peligrosas.


Me acerqué el otro día a mi habitual librería para adquirir un libro. Ya he dicho en alguna otra ocasión que alterno la lectura de una obra de literatura: novela, poesía, ... con alguna otra que solemos llamar ensayo. Mis temas preferidos son los referidos a política, ética, laicismo, .... Cayó en mis manos la última publicación de Rafael del Águila, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Madrid y especialista en Teoría Política. A este autor ya lo conocía porque ya había leído alguna otra publicación suya y me resultó harto difícil entenderla. También recordaba algunos de sus comentarios en la Cadena Ser, en Hora 25. Tuve una cierta reticencia en adquirir el libro. Sin embargo, me decidí a adquirir su libro: CRÍTICA DE LAS IDEOLOGÍAS. El peligro de los ideales por lo que se dice en la portada del libro: Los grandes ideales políticos nos prometen sentido para nuestras vidas, justicia para el pueblo, un futuro feliz y perfecto. Y, sin embargo, los ideales son peligrosos. Lo que hacen por nosotros lo hemos pagado siempre extremadamente caro. Su supremacía durante los últimos siglos arroja un balance estremecedor: violencia, asesinatos en masa, guerras totales, terrorismo, limpiezas étnicas, campos de concentración, exterminios, genocidios… Parece que la profundidad de la fe en los ideales es directamente proporcional a la crueldad y el horror que se utilizan para hacerlos realidad. Cada uno de los grandes ideales analizados en este libro —emancipación, autenticidad, democracia— son el centro de constelaciones ideológicas y movimientos muy diversos: nacionalistas, fascistas, racistas, fundamentalistas, terroristas islámicos, imperialistas ilustrados, cristianos milenaristas y providencialistas, neoconservadores. A pesar de las diferencias que existen entre ellos, algo les une: cómo creen lo que creen. Sus ideales son absolutos, ciertos e ineludibles. Guiados por una fe ciega, los militantes del exceso suponen que algo más alto está de su lado: un dios, una ciencia exacta, un racismo científico, unas raíces ancestrales, una identidad indudable, la libertad de todos. Con esta crítica de las ideologías, Rafael del Águila busca entender cómo los ideales cimientan la violencia y qué es lo que impulsa, a través de la historia, la proliferación del asesinato político.

Estoy acabando ya su lectura y me ha resultado especialmente interesante. Es de los libros que me he propuesto darle una segunda lectua. Lo recomiendo. Y en esas estaba cuando me encuentro con dos noticias y sus dos correspondientes imágenes:

En una primera imagen se lee a su pié:
Niña afgana con un libro escolar en su casa de Kabul. Milicianos talibanes han sido acusados de quemar 100.000 libros educativos en la provincia de Ghazni mientras éstos eran transportados a Kandahar.

En la otra información se tratade la terrorista arrepentida que aparece atada a una vega en Baquba y con un chalecho repleto de explosivos pidiendo a los policías iraquíes que fuera liberada de esa carga. Se había arrepentido, se había liberado, y se negaba a inmolarse asesinando a no se sabe cuantos de sus conciudadanos.

Son dos mujeres, dos niñas, que admirablemente se han opuesto a las ideologías dominantes en sus países. Para mí han sido dos vivas imágenes, dos elocuentes demostraciones de "cómo los ideales cimientan la violencia" y cómo algunos de éstos han impulsado e impulsan, a través de la historia, la proliferación del asesinato político.




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