"Escribe Vasili Grossman en Vida y destino que nada es más duro que ser hijastro del tiempo, que no hay destino más duro que sentir que uno no pertenece a su tiempo, que el tiempo sólo ama a aquellos que ha engendrado: a sus hijos, a sus héroes, a sus trabajadores, que no amará nunca a los héroes del tiempo pasado igual que las madrastras no aman a los hijos ajenos. Y añade: qué ligero se va el tiempo sin hacer ruido. Ayer mismo todavía confiabas en ti, alegre, rebosante de fuerzas, hijo del tiempo y hoy ha llegado un nuevo tiempo, pero tú no te has dado cuenta. Ahora cuando andamos en las celebraciones del 25 aniversario de la victoria socialista en las elecciones del 28 de octubre de 1982 se advierte una pugna por establecer la caducidad o la vigencia de ese tiempo".
Así comienza su interesantísimo artículo Miguel Angel Aguilar titulado Cuando González.
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