miércoles, 14 de noviembre de 2007

Actuación improcedente

Cada día que pasa y la reflexión se distancia y enfría aparece la actuación del Rey en la Cumbre Iberoamericana como, al menos, improcedente, inoportuna, inadecuada. Para mí son especialmente aclaradoras las reflexiones expuestas por el Catedrático de Derecho Constitucional de la UPF, Marc Carrillo, bajo el título de "Corona y Constitución", en El Periódico de Cataluña. Copio el último párrafo del Profesor que es sumamente ilustrativo y concluyente de lo anteriormente expuesto en el mismo:

"EL
PROBLEMA constitucional que ha puesto de manifiesto el incidente es el relativo al papel del monarca en este ámbito de las relaciones internacionales. Por más que formalmente la Constitución establezca que en ellas el Rey asume la más alta representación del Estado, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, es la propia norma constitucional la que dice que ello lo hará conforme a las funciones que la Constitución y las leyes le atribuyen. Y ello quiere decir que en esas funciones de orden simbólico, representativo y no ejecutivo, el Rey, si actúa y se expresa públicamente, lo ha de hacer acorde con el Gobierno. La consecuencia de ese acuerdo con el poder ejecutivo, del que el Rey no forma parte, es que el Monarca debe desaparecer del debate y la controversia políticas. Para eso ya están el Gobierno y sus ministros. El Rey ha de evitar el primer plano, ha de quedar al margen y por encima del debate partidista. En caso contrario, su posición constitucional resulta inadecuada. Es una lógica y obvia servidumbre de una institución como la monarquía, que por su propia razón histórica queda al margen del principio democrático."

Otro artículo importante es el de Javier Pradera en El País con el título de " Confusión de poderes".. Transcribo otro párrafo especialmente significativo:

"
El desempeño de los papeles diferentes entre sí que corresponden al jefe del Estado y al jefe del Gobierno en las Cumbres Iberoamericanas no depende sólo de cuestiones de carácter: exige también cuidado, sutileza y discreción. El artículo 56 de la Constitución atribuye al Rey la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, "especialmente con las naciones de su comunidad histórica"; sus actos, sin embargo, deben estar siempre refrendados por el presidente del Gobierno y en su caso por los ministros competentes."

En El Plural del pasado día 12 se preguntaba "¿Qué nota te merece el ¿Por qué no te callas? de El Rey? Ya se sabe que estas encuestas no son científicas, pero para mí que apuntan una tendencia, un estado de ánimo. Las repuestas a este momento son que el 44% suspende esa intervención; el 36% le pone un sobresaliente; el 8% un notable y un 12% un aprobado.

En los ambientes progresistas, no necesariamene republicanos, suspendemos la intervención del Rey: por el tono, por el momento, por el foro en el que se produce, etc. etc..... Máxime, para mí, cuando tan callado ha estado y está en otros asuntos que a mi entender sí están dentro de sus responsabilidades, como he expuesto en un comentario anterior. Si el Rey no habla cuando debe y lo hace cuando no debe, para qué entonces?

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