viernes, 23 de noviembre de 2007

A las víctimas lo que les corresponde

Según el último barómetro del mes de octubre del CIS el terrorismo ha bajado al cuarto lugar de las preocupaciones de los españoles, bajando del 35,4% al 31,6%. Ocupan los primeros lugares, por este orden, el desempleo, la vivienda y la inmigración. Sin embargo, es ahora cuando la Asociación de las Víctimas del Terrorismo, la AVT, convoca una manifestación a la que acudirán diez grupos de la extrema derecha, porque, según su Presidente, el señor Alcaraz, el Gobierno no está haciendo lo suficiente para acabar con el terrorismo de ETA.

En el PP, asiduo acompañante de estas manifestaciones, se ha producido un profundo debate y enfrentamienos sobre la conveniencia de asistir o no la manifestación a sólo unos pocos meses de la cita electoral.

Rajoy confirmó el pasado miércoles que no acudiría a la protesta por problemas de agenda, ya que en ese día participaría en dos actos políticos en Almería. En otras ocasiones el PP ha preparado helicópteros para que sus dirigentes se pudieran desplazar y asistir a la manifestación.

Junto a Zaplana y Acebes estará la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, así como otros dirigentes, entre ellos el portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, y el secretario ejecutivo de Justicia del partido, Ignacio Astarloa.

No está prevista la asistencia del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.

Tampoco acudirá a esta manifestación el ex presidente del Gobierno José María Aznar por encontrarse fuera de España, concretamente en Washington, donde imparte clases en la Universidad de Georgetown. Aunque parece ser que el ex Presidente se ha inventado esa clase en Washington para no asistir.

Aparece clarísima la manipulación y el uso interesado que tanto el Presidente de la AVT como el Partido Popular vienen haciendo de las víctimas del terrorismo.

Publica hoy El País, una Tribuna, de Francisco J. Laporta, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, con el título de "El lugar de las víctimas". que es preciso leer pausadamente en su integridad y reflexionar.

No puedo renunciar a dejar de transcribir la segunda parte de su reflexión:

"Algunos -lamento decirlo- han perdido también la decencia y se han lanzado directamente a la manipulación. Hasta tal punto que volveremos a ver que hay víctimas, reales o presuntas, y portavoces oficiales y oficiosos de víctimas, que se van a dar enseguida al noble ejercicio familiar de prestar los muertos a algún partido político para que los utilice como lema de campaña electoral. Sobre la estatura moral de este género de víctimas y portavoces mejor será callar. Hablemos, pues, de la otra parte de tan noble negocio: aquellos políticos que se apresuran a utilizarlas para arrojárselas a la cara al adversario, esperando así que el piadoso votante vaya a inclinar su corazón, y su voto, hacia el noble tribuno que tan firme y solícito se muestra en el consuelo y reparación de las víctimas por estricto sentido de la justicia.

La actitud sectaria de esos dirigentes políticos o informadores mediáticos que alientan las manifestaciones de víctimas, invocan teatralmente su dolor y las incluyen entre las ofertas de su paquete electoral se sustenta, en efecto, en una estrategia indecente. Se supone que todos nos compadecemos de ellas y de la terrible injusticia que han sufrido, y pugnan así por erigirse en portavoces de una pasión colectiva que sus adversarios ignoran. Quienes no participan de ella son, simplemente, indeseables. No deben, pues, ser votados ni escuchados. Luego viene, naturalmente, el discurso subliminal del fariseo: ¡Gracias, Dios mío, por no haberme hecho como ellos!, y la conclusión implícita: ya sabéis a quién tenéis que votar. La víctima es así transformada inicuamente en un puro medio para la satisfacción de los intereses del partido o de la empresa mediática que le apoya. Y a la indecencia de ser tratada instrumentalmente por el terror se añade ahora la de ser tratada instrumentalmente por el político cínico o el informador mercenario.

Pero ésta es una estrategia que, además de inmoral, es también errónea. En primer lugar, porque no está escrito en ningún lugar que hayamos de compadecernos de ellos. Fue nada menos que Primo Levi quien escribió: "Sólo a los santos les está concedido el terrible don de la compasión hacia mucha gente... a nosotros no nos queda, en el mejor de los casos, sino la compasión intermitente dirigida a individuos singulares". Debemos aceptar que los sentimientos no se transmiten mediante leyes, proclamas electorales o informativos de encargo. Hay que admitir por ello que algunas víctimas no suscitan compasión alguna, y algunos portavoces de víctimas incluso resultan repugnantes. Parecen más bien farsantes metidos a políticos o políticos metidos a farsantes. He comprobado con sorpresa que éste es un sentimiento muy extendido. También entre algunas de las propias víctimas, a las que se ha visto haciendo ostentación grosera de su desdén hacia las que consideran de otro bando. Es decir, practicando aquello de la pasión por la propia causa y la despreocupación por la de los demás.

Es hora ya, por tanto, de que tracemos líneas claras que definan el lugar de las víctimas en nuestro espacio político y nuestro sistema legal. Y que sigamos la vieja sabiduría que nos sugiere que deben quedar excluidas del proceso de toma de decisiones. Las víctimas, por definición, no deben participar ni en la política legislativa, ni en la política criminal ni en la política penitenciaria. Eso por razones elementales de imparcialidad. Tampoco en el proceso electoral. Eso por razones de decencia. Las víctimas son simplemente personas heridas por un daño cruel que se produjo, entre otras cosas, porque el Estado con su violencia institucional no estaba allí para evitarlo. Deben, por tanto, ser compensadas por ello. En la medida en que sea posible, por el autor del daño; cuando no, por atenciones públicas de todo tipo. Seguro que también sería bueno para su consuelo que sintieran a su alrededor el calor de todos los ciudadanos. Pero para lograr eso harían bien en salirse del sucio mundo de la trifulca política, la información amañada y la manifestación tendenciosa.




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