En cuanto se escuchan los "primeros tambores de elecciones" las primeras promesas electorales son las que se refieren a los impuestos, a la reducción de los impuestos. Y son los partidos conservadores, de derechas, los que primero las hacen y los que más reducción proponen. Inmediatamente después aparecen las promesas sociales. Con estas dos promesas: bajada de impuestos y "lo social" el cuadro está completo. En esta ocasión no podía ser menos. Al contrario, la derecha ha ido aún más allá, tanto en la bajada como en las promesas sociales, porque tienen el presentimiento de que no van a ganar y, por tanto, no se verán comprometidos a concretar estas promesas. Rajoy anuncia "la reforma fiscal más importante de la democracia" si gana las próximas elecciones . El líder del PP asegura que suprimirá el IRPF para rentas inferiores a 16.000 euros, durante el acto de clausura de la conferencia política de su partido, titulaba su información El País. Con esta rebaja fiscal pretende el PP beneficiar a 7 millones de contribuyentes.
Que la derecha haga estas "espectaculares" promesas, no es de extrañar. La derecha que se precie no está por lo público, por la igualdad, por la solidaridad, aunque lo diga. Si pudiera, si les beneficiara, suprimirían todos los impuestos, de manera especial aquellos que gravan la riqueza personal. E inmediatamente privatizarían todos los servicios públicos, privatizarían el Estado. al final del cuento, como no se atreven a llevar a cabo la drástica promesa de reducción de impuestos, aumentan la presión fiscal general gravando más a los grupos más débiles de la sociedad.
Lo llamativo de esta capciosa historia es que la izquierda caiga en esta misma dinámica porque no tiene el coraje de articular un discurso alternativo al de la derecha y creíble y aceptable por los ciuadadanos.
Habrá tiempo hasta la celebración de las elecciones en reflexionar sobre este asunto.
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